
La primer temporada de True Detective concluyó el domingo pasado, atando algunos cabos y desatando otros más que, a lo mejor, jamás pretendieron explicarse. Desde que empezó la serie me la pasé guardando screencaps de intro y bajando las canciones del soundtrack pero... ¿escribir algo posta? ¿debería? ¿alguien está capacitado para bloggear con impunidad sobre una serie tan compleja, cargada de una iconografía particular y de referencias literarias a autores tan complicados como Lovecraft? No. Ni a palos. Pero en tal caso, habría que hacer un estudio académico de la serie que ni yo ni nadie ha pensado hacer (por ahora); entonces, déjenme unirme a la horda de descarados que se animaron a comentar True Detective desde una percepción un poquito más elaborada.
HBO tiene una manera singular de hacer televisión. Experimenta con lo desconocido y así, proyectos que parecían inviables a primera vista, se transforman en éxitos de audiencia. En parte de la historia de la tevé. El que no había leído el primer libro de Game of Thrones jamás pensó que iba a ver una serie donde deciden matar al 'protagonista' y en vez de alejarse de una propuesta que tenía un cóctel en contra de lo peor del ser humano (traiciones, ambiciones, conspiraciones) y muertes inesperadas, se volvieron adictos. Con True Detective pasó algo similar: se trata de una serie que parece una novela para ser (re)leída. Pensada. Analizada sobre la marcha. Tiene referencias literarias, diálogos densos por su contenido teórico-filosófico y monólogos que meten en una licuadora a Nietzche, Schopenhauer y un montón de autores pesimistas. ¿Acaso True Detective ha marcado el sentido hacia el que camina la nueva televisión?, ¿se ha vuelto el guión televisivo la nueva morada del escritor contemporáneo?, ¿es posible que la gran caja boba esté en la búsqueda de nuevos “lectores” activos? Sea como fuere, True Detective está formando parte de una nueva televisión que funciona sin errores porque cuenta con dos engranajes que, puntualmente, encajan a la perfección: Nic Pizzolatto, un autor que tiene el absoluto control de la historia, y Cary Fukunagua, un director que tiene todo el control de cómo contarla.


La primera temporada de True Detective se concentra Lousiana, un estado sureño circundado por la ruralidad y el longuitudinario río Misisipi. El primer capítulo nos muestra a los detectives Rustin “Rust” Cohle y Marty Hart frente al cadáver de una prostituta llamada Dora Lange. Su cuerpo está arrodillado frente a un árbol, con una corona como salida de algún ritual pagano. Las habilidades de los detectives los llevan hacia un supuesto asesino. Sin embargo, diecisiete años después, los dos son interrogados por las arbitrariedades con las que cerraron el caso. El relato de los policías y el curso de los hechos se entrelazan frente al gran enigma estilo thriller que abre la serie: Si no fue él, entonces ¿quién fue? Claro, la respuesta a ésta pregunta es lo que necesariamente timonea la historia hacia un final preciso. Pero True Detective no es sólo el mero enigma sobre un asesino en serie, sino más bien la pretenciosa historia del viaje de dos seres humanos hacia el sentido de la propia existencia en la que se está (sobre)viviendo.
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El viaje 'filosófico' está en el desandar a Lousiana (“éste lugar es como el recuerdo de alguien sobre un pueblo y el recuerdo se está desvaneciendo”). Es más, podríamos atrevernos a pensar que Pizzolatto crea la historia sólo a partir del paisaje variopinto de aquel estado atravesado por una decadencia asfixiante. En esa mixtura y dependencia religiosa, en el hermetismo de los habitantes, la ruralidad y densidad de la vegetación, esos ríos que bifurcan y amenazan con tragarse todo. En otras palabras, es la geografía y la historia de Louisiana lo que configuran los crímenes y, asimismo, los dilemas morales y psicológicos que enfrentan tanto Marty como Rust.

El lado oculto de Lousiana es la manzana podrida que corroe a Rust y Marty, pero también, la peregrinación hacia algo más. En efecto, ambos detectives tienen enormes carencias, pero en realidad son como uña y carne porque cada uno constituye lo que el otro no tiene ni le interesa poseer. Esa dialéctica de analítico y pragmatismo es la indicada para desovillar un entramado de crimen, drogas, pedofilia, religión y corrupción.
Marty es un pragmático de costumbres sencillas, leal a la familia (pero no a la mujer) y conversador. Él es quien arma contactos guiado por la ciega fe que siente hacia su particular compañero. Y Rust no es quien lo cuestiona ni Marty a Rust. Rust es su contraste: un hombre camaleónico cuya visión misantrópica de la humanidad se volvió más fuerte a partir de la muerte de su hija - cuestión que suscitó en él planteos divinos, morales e inclusos de la propia condición humana. Rust tiene los mil y un vericuetos. Habla abiertamente y sin represiones de lo que todos pensamos pero no nos atrevemos a decir, cree que la conciencia es un error y una forma de evolución desvíada y, por eso, opina que hay que dejar de reproducirse para ponerle fin a la existencia. A diferencia de Marty (quien trata de ajustarse a los cánones socialmente pautados), Rust acepta su condición, entiende que como ser humano consciente está corrompido. Sabe quién es, sabe que no es buen hombre pero lo que más le inquieta es la hipocresía de los demás hombres 'malos'. Por eso quizás, la fascinación con desenmascarar esos hombres que se encuentran en el mundo criminal.
Impulsado por sus creencias filosóficas, Rust se obsesiona con la idea de resolver ese homicidio para mantenerse con vida o de lo contrario, la idea de abandonarse al suicidio tomará forma. Ha sido Crash, no ha tenido límites y la oscuridad lo ha succionado. Intentar la cotidianidad no le ha funcionado para enderezar su visión. Son las personas desaparecidas lo que él necesita. Pero, ¿para qué necesita el crimen? ¿porqué Rust no se suicida y ya? Sabemos que aún no tiene la constitución para hacerlo, pero ¿porqué? Porque muy en el fondo, Rust espera que su cinismo no derrote su más y profundo deseo: creer en algo. En realidad, él es un hombre sensible, estaba dispuesto a dejarse llevar por su realismo pesimista. Sabía que no podía vivir más de lo que había vivido. Y sin embargo, encuentra que esa razón era algo mucho más metafísico, algo que lo humilla pero que le abre un túnel inesperado. Era la creencia.
Por ahora esas luces siguen titilando inhertes. Nic Pizzolatto plantea historias de detectives precisamente para buscar una respuesta al gran interrogante que Rust pretende responderse sobre el final de la serie. A propósito del final: ¿qué esperábamos? ¿vueltas de tuercas? ¿acaso no entendimos por dónde pasa el serial de Pizzolatto? Si buscáramos finales impredecibles, estaríamos mirando hacia fuera y no viendo que lo más atractivo yace en el contacto directo de dos detectives con lo peor de la humanidad y los demonios que, a causa, se proyectan en ellos. Si la receta de Pizzolatto y Fukunagua logra ser un éxito a largo plazo, todavía no lo sabemos. Aún así, es una serie que permanece brillando singularmente. Si ha logrado o no encandilar, pues bien, el tiempo lo decidirá.
Marty es un pragmático de costumbres sencillas, leal a la familia (pero no a la mujer) y conversador. Él es quien arma contactos guiado por la ciega fe que siente hacia su particular compañero. Y Rust no es quien lo cuestiona ni Marty a Rust. Rust es su contraste: un hombre camaleónico cuya visión misantrópica de la humanidad se volvió más fuerte a partir de la muerte de su hija - cuestión que suscitó en él planteos divinos, morales e inclusos de la propia condición humana. Rust tiene los mil y un vericuetos. Habla abiertamente y sin represiones de lo que todos pensamos pero no nos atrevemos a decir, cree que la conciencia es un error y una forma de evolución desvíada y, por eso, opina que hay que dejar de reproducirse para ponerle fin a la existencia. A diferencia de Marty (quien trata de ajustarse a los cánones socialmente pautados), Rust acepta su condición, entiende que como ser humano consciente está corrompido. Sabe quién es, sabe que no es buen hombre pero lo que más le inquieta es la hipocresía de los demás hombres 'malos'. Por eso quizás, la fascinación con desenmascarar esos hombres que se encuentran en el mundo criminal.
Impulsado por sus creencias filosóficas, Rust se obsesiona con la idea de resolver ese homicidio para mantenerse con vida o de lo contrario, la idea de abandonarse al suicidio tomará forma. Ha sido Crash, no ha tenido límites y la oscuridad lo ha succionado. Intentar la cotidianidad no le ha funcionado para enderezar su visión. Son las personas desaparecidas lo que él necesita. Pero, ¿para qué necesita el crimen? ¿porqué Rust no se suicida y ya? Sabemos que aún no tiene la constitución para hacerlo, pero ¿porqué? Porque muy en el fondo, Rust espera que su cinismo no derrote su más y profundo deseo: creer en algo. En realidad, él es un hombre sensible, estaba dispuesto a dejarse llevar por su realismo pesimista. Sabía que no podía vivir más de lo que había vivido. Y sin embargo, encuentra que esa razón era algo mucho más metafísico, algo que lo humilla pero que le abre un túnel inesperado. Era la creencia.

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True Detective es una serie que destapa la putrefacción de la humanidad, su costado más visceral y cruel. Lo hace, precisamente, para poner a prueba a qué es capaz de aferrarse cada ser humano para seguir viviendo. Cuál es la creencia que nos impulsa a no abandonarnos y seguir esperanzados por algún motivo. En el caso Marty se da a través de la confianza que deposita Rust en él. A su lado, Marty se perdió a sí mismo, su inteligencia y capacidad como investigador. Pero cuándo ese hombre agnóstico se le acerca, desesperado por su ayuda, Hart comprende que él tiene algo, que él es alguien. Creer en sí mismo y darse una identidad es lo que él estaba buscando entre tanta miseria que generó a su familia. En Rust la respuesta aparece en la luz de las estrellas. Siempre le habían parecido consumidas por la oscuridad. No obstante están siempre brillando. ¿Acaso podría ser que la luz pueda ganarle a tanta oscuridad que tiñe la humanidad?Por ahora esas luces siguen titilando inhertes. Nic Pizzolatto plantea historias de detectives precisamente para buscar una respuesta al gran interrogante que Rust pretende responderse sobre el final de la serie. A propósito del final: ¿qué esperábamos? ¿vueltas de tuercas? ¿acaso no entendimos por dónde pasa el serial de Pizzolatto? Si buscáramos finales impredecibles, estaríamos mirando hacia fuera y no viendo que lo más atractivo yace en el contacto directo de dos detectives con lo peor de la humanidad y los demonios que, a causa, se proyectan en ellos. Si la receta de Pizzolatto y Fukunagua logra ser un éxito a largo plazo, todavía no lo sabemos. Aún así, es una serie que permanece brillando singularmente. Si ha logrado o no encandilar, pues bien, el tiempo lo decidirá.
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¡Buen domingo gente! ¿Ya vieron True Detective? Si todavía no lo hicieron, ¿qué mierda esperan para subirse en el tren de HBO? Si ya la vieron contesten qué les pareció la serie y, sobre todo, EL FINAL: 1) Aburrido 2) predecible 3) no esperaba más 4) Me pareció acertado 5) Me encantó 6) Qué me importa el final la serie es de puta madre de principio al final o 7) Sigo sin entender
Que tengan un buen comienzo de semana :D
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